Aquellos que me conocéis bien sabéis que la fotografía siempre ha sido mi verdadera pasión. No soy muy fan de fotografiar paisajes ni cosas estáticas porque lo que realmente me gusta es la gente.
Durante estos casi 10 años que llevo con la empresa, me he dedicado casi por completo al mundo de las bodas, las comuniones y todo tipo de grandes eventos que solamente suceden una vez en la vida pero, siempre, se me había quedado una espinita clavada: hacer sesiones de Navidad con más posados, más pensadas, estudiadas y donde la improvisación, que tanto me gusta, pasaba a un segundo plano y debía de correr el riesgo de salir de mi zona de confort.
No me bastaba una campaña porque yo soy de las que «voy con todo» o directamente no voy. Así que ni corta ni perezosa decidí hacer dos campañas y no pequeñas: una en Albatera (Alicante) que es donde actualmente resido desde mayo y otra en otra en Las Norias de Daza, El Ejido (Almería) que es de donde soy porque cada lugar tenía objetivos distintos: el primero darme a conocer y el segundo llegar a “mi gente”.
Ha sido un mes de noviembre de auténtica locura y estrés pero tan gratificante que solamente piensas: ¡Joder es que ha merecido la pena!
He coordinado más de 20 sesiones, han sido horas de retoque, noches de acostarse tarde y muchos días de entregas. He aprendido que, a veces, el posado que no es improvisado también está bien; conocido a gente maravillosa y vencido el auténtico miedo que da que alguien de tu familia se convierta en un cliente más.
Quizás a muchos de los que estéis leyendo este post, os parecerá que a lo mejor no estoy aportando nada nuevo y solamente estoy contando una experiencia personal, y es que así es, pero no quería desaprovechar las fechas que vienen para dar las gracias a todas las personas y familia que habéis confiado en mi primera campaña de Navidad y al resto una ¡Feliz Navidad y próspero 2023!
