Un fotógrafo es una persona que mira, siente y capta emociones de otros a través de su cámara, pero donde también puede influir su estado anímico o su forma de entender el mundo.
Es alguien que también tiene competencias técnicas: sabe de color, de composición, de iluminación, de retoque… En definitiva, de muchas cosas.
A pesar de todo esto, hoy en día, se sigue confundiendo el término de fotógrafo con retocador o montador.
La gran mayoría de nosotros tenemos la tendencia a pensar que un fotógrafo es alguien que literalmente hace magia con Photoshop y no es así.
Es alguien que estudia, que se renueva constantemente y que tiene un estilo interpretativo de la realidad no alguien que te pone una playa detrás, que te recortar a tu abuela (para que me entendáis) y te la pone al lado o que te estiliza la figura. Un fotógrafo NO es eso.
Seguimos en el concepto erróneo porque antiguamente un fotógrafo hacía todas esas cosas, digamos que era como su impronta ¿Os que ya no te acuerdas de las típicas fotos de comunión que ibas al estudio tenías un fondo blanco o negro y luego cuando te daban el cuadro para enmarca aparecía un paisaje detrás?
Por favor, olvidemos que eso que hacía en el pasado se hace en el presente porque no es así.
Empecemos a llamar a las cosas por su nombre, olvidemos a los fotógrafos como alguien que nos pone una “figurita” para que nuestra foto sea más bonita o podamos vernos mejor porque un fotógrafo es alguien que te impacta, te capta, alguien que es capaz de entender y mirar el mundo tan rápido como cambia.